¿Te Debes de Cortar la Mano?

Mc 9:33-50 es uno de los pasajes más difíciles del Nuevo Testamento. Por encima, parece que Jesús está enseñando que un creyente se debe de cortar su mano/pie/ojo para dejar de pecar. Para algunos parece sugerir que el creyente que peca puede perder su salvación y terminar en el infierno. Pero para aquellos que creen en la salvación por gracia, esta interpretación no funciona. ¿Entonces qué está diciendo Jesús?

Fijarnos en algunos detalles nos ayudará a entender el lenguaje tan fuerte de vv. 43-48. Primero, el contexto es crucial. Las declaraciones extremas de Jesús son parte de una sección que empieza en v. 33 y termina en el v. 50. Después de una discusión entre Sus discípulos acerca de quién sería el más grande, Jesús les enseña acerca de la verdadera grandeza. Él les indica que la grandeza se encuentra en aceptar y valorar a aquellos que normalmente se consideran insignificantes, como Él les da ejemplo con Su propia actitud hacia los niños pequeños (vv. 36-37), que es lo contrario a la errónea actitud de los discípulos hacia el débil o creyente desinformado que no se asocia con ellos (vv. 38-41). La referencia a 'uno de estos pequeñitos que creen en mí' en v. 42 al menos se refiere al creyente desinformado, pero el plural parece incluir los niños creyentes. 'estos pequeñitos' no se está refiriendo al tamaño o la edad, pero al estado inmaduro de la fe de uno. El severo destino de hundirse en el mar con una rueda de molino al rededor del cuello (v. 42) muestra la seriedad de evitar que los creyentes menos maduros se tropiecen o pequen.

Segundo, sabemos que la mano, el pie, y el ojo de hecho no causan el pecado, pero son los medios por los que ejecutamos el pecado. Jesús acaba de enseñarles en el capítulo 7 (especialmente vv. 20-23) que el pecado viene del corazón para contaminar al pecador.

Tercero, de hecho Jesús no dijo que el pecado en cuestión lo envía a uno al infierno, aún si ésta es la inferencia del lector promedio. De hecho, evidentemente y hasta cierto punto el pecado ya se ha cometido. La exhortación de cortarse la mano/pie/ojo no viene sino hasta después de que es 'ocasión de caer'. Por lo tanto el pecado en cuestión no ha causado que el pecador vaya al infierno, si en verdad está amenazado con ese destino.

Cuarto, el pecado debe de ser específico y severo. Estas medidas extremas no serían necesarias para un pecado de menor calibre. Aun si el lenguaje es hiperbólico, que lo más seguro es que sí, la fuerza de la figura es enfatizar un pecado terrible. Sólo se menciona un pecado en el contexto, y es ambos específico y severo: 'que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en [Cristo]' (v. 42).

Quinto, parecería desconectado que Jesús nos advirtiera acerca de no causar que otro peque (v. 42) y después abruptamente hablar del pecado de uno (vv. 43ff). Por lo tanto, parece que los pecados de la mano/pie/ojo están conectados con lo que nosotros hacemos o cómo influenciamos al creyente débil en v. 42. La conexión que funciona bien es esta: El pecado que los discípulos cometan puede llevar a que los creyentes menos maduros también pequen. Esto explica el porqué del énfasis es en lo externo de la mano/pie/ojo y no en el corazón como en el capítulo 7. Un discípulo no puede guiar a un creyente débil a pecar sólo por ser débil de corazón, y tiene que ser un acto visible.

Sexto, existe un contraste entre la pérdida temporal de la mano/pie/ojo y el sufrimiento eterno del infierno. Por supuesto, en el reino, los cuerpos van a ser restaurados completa y saludablemente y no estarán mutilados. Si somos consistentes con las Escrituras, sólo los creyentes van a tener vida en el reino, y sólo los incrédulos van a ir al infierno.

Parece entonces que Jesús está buscando motivar a la grandeza al marcar un espantoso contraste acerca de aquellos que entran en el reino y aquellos que van al infierno. La grandeza viene de reconocer a aquellos que normalmente son considerados menos importantes. Especialmente debemos valorar a los creyentes menos maduros, no seducirlos al pecado que puede destruir su débil fe. Por lo tanto, los discípulos de Jesucristo deben negar, o cortar sus propios deseos que los llevan a pecar delante de los creyentes débiles. Esto puede ser difícil y doloroso y puede causar que algunos discípulos lleguen al reino con un sentido de pérdida. Pero ese sentido de pérdida temporal obviamente es mejor que el destino final de los incrédulos que se abandonan al pecado sin importar el impacto que tiene en los que los rodean y entrarán en el infierno a sufrir para siempre. En otras palabras, los discípulos no deben de sufrir acerca de sus pérdidas en esta vida cuando ellos sacrifican sus deseos por el bien de otros, porque sufrir semejante pérdida temporal no es nada comparado con el incrédulo que se deleita en el pecado y sufre en el infierno para siempre.

Por ejemplo, un hombre puede ser tentado a engañar a su mujer y cometer adulterio con otra mujer de la que se ha enamorado. Hacer esto fácilmente puede guiar a un creyente débil que le conoce a justificar ese mismo pecado en su vida. Como un discípulo de Jesucristo, el hombre debe de cortar el deseo o la aventura y sufrir el sentimiento de pérdida temporal sabiendo que el incrédulo, quien se siente libre de cometer adulterio en su vida, está destinado a un futuro terrible en el infierno. Este hombre debe recordar que su destino es el reino y estar agradecido por el privilegio de negarse a sí mismo para seguir a Jesucristo y servir a otros, lo cual es la verdadera grandeza.

Esta interpretación está apoyada en los versos igualmente difíciles de 49-50. 'Porque todos serán salados con fuego' tiene la intención de explicar lo que se ha dicho anteriormente. Parece que Jesús se está refiriendo al fuego con el que va a juzgar las obras de cada uno. Las elecciones del creyente y sus acciones serán juzgadas y recompensadas como corresponda (1 Cor 3:12-15), como también lo serán las del incrédulo (Ap 20:12-13). Los discípulos que se negaron a sí mismos por Cristo van a tener esos sacrificios 'salado[s] con sal', una figura que denota la naturaleza agradable y atractiva de los sacrificios, porque 'Buena es la sal' y en el Antiguo Testamento era usada para los sacrificios (Lv 2:13 - 'sazonarás con sal'). El verso 50 es una clausula conveniente para cerrar esta sección. 'Tened sal en vosotros mismos' es una exhortación para ser atractivo a todas las persona (con una actitud similar a la de Cristo que los valora a ellos), y 'tened paz los unos con los otros' es una reflexión a la discusión inicial acerca de la grandeza al inicio de esta sección.